La oración universal, llamada también oración de los fieles, es una súplica o intercesión que la asamblea de los fieles dirige a Dios durante la misa. Tiene lugar después de la homilía y antes de la presentación de las ofrendas, cerrando así la Liturgia de la Palabra seguida por la Liturgia Eucarística.
Durante esta oración, las intenciones son dichas por uno o varios feligreses, y toda la comunidad reunida con ellos dirige al Señor una misma súplica. Aquí tienes algunos consejos para preparar una oración universal, así como algunos ejemplos de intenciones de oración que pueden inspirarte, o que puedes reutilizar.
Las intenciones suelen ser adaptadas en el caso de una boda, de un bautismo o de un funeral.
¿Cómo se hace una intención para un difunto?
En acción de gracias a Dios (incluyendo al Señor Jesús o al Espíritu Santo) En acción de gracias por una oración de un Beato o un Santo. Para una intención de oración (siempre que la intención no contradiga la enseñanza de la Iglesia)
¿Qué es la oración de la colecta?
La oración colecta está compuesta, primero, de una invocación del nombre de Dios, en la que se hace memoria de lo que él ha hecho por nosotros, y en segundo lugar, de una súplica para que intervenga. El sacerdote recita esta oración con los brazos abiertos imitando a Cristo sobre el madero de la cruz.
¿Qué es la oración personal?
Cómo mejorar sus oraciones personales Se dirigen a nosotros Tomado de un discurso pronunciado en la Universidad Brigham Young–Hawai, el 17 de mayo de 2011. Si desea ver el texto completo en inglés, vaya a la página, El escuchar sus oraciones personales, ¿qué revelaría en cuanto a ustedes y a su relación con el Padre Celestial? La invitación divina de orar al Padre en el nombre de Jesucristo es el mandamiento al cual más referencia se hace en todas las Escrituras de las que tenemos un registro y es la forma más básica de adoración personal.
A pesar de eso, a muchos de nosotros nos cuesta lograr que la oración personal sea significativa y que sea un medio de revelación. Estoy convencido de que la oración personal es uno de los desafíos más importantes con que se enfrentan los miembros de la Iglesia, en particular los jovencitos y los jóvenes adultos; y, debido a que tienen dificultad con la oración, luchan con las cosas espirituales.
Nuestras oraciones personales son un barómetro que señala nuestra fortaleza espiritual y una indicación de nuestro bienestar espiritual. Como padre, líder del sacerdocio y presidente de misión, he aprendido que el escuchar con atención las oraciones de otra persona puede revelar mucho acerca de su relación con Dios.
- El escuchar sus oraciones personales, ¿qué revelaría en cuanto a ustedes y a su relación con el Padre Celestial? Orar es hablar con Dios, el Padre Eterno de nuestro espíritu; no es hablarle a Él, sino hablar con Él.
- Él tiene un amor perfecto por cada uno de nosotros y está lleno de misericordia y comprensión.
Él sabe todo acerca de nosotros; sabe lo que necesitamos, incluso cuando nosotros sólo vemos aquello que deseamos. Tiene un poder y una capacidad infinitos para sostenernos y guiarnos. Siempre está dispuesto a perdonarnos y a ayudarnos en todas las cosas.
Podemos hablar con el Padre Celestial en voz alta o formando pensamientos y expresiones en nuestra mente y nuestro corazón. Las oraciones personales deben ser expresiones solemnes y sagradas de alabanza y gratitud; peticiones sinceras en cuanto a necesidades y deseos específicos; confesiones y pedidos humildes y contritos para lograr el perdón purificador; ruegos de consuelo, guía y revelación.
Estas expresiones a menudo hacen que derramemos nuestra alma ante nuestro amoroso Padre Celestial. Aunque a veces la oración es una comunicación breve, también puede ser un diálogo abierto y continuo que dure todo el día y toda la noche (véase ). En el plan divino de nuestro Padre Celestial, es necesaria la separación física y espiritual de Su presencia.
- La oración es un vínculo espiritual imprescindible y habilitador entre Dios y el hombre.
- Sin la oración, no es posible regresar al Padre; sin la oración, es imposible tener fe suficiente para entender y guardar los mandamientos; sin la oración, no tendríamos acceso al poder espiritual que se necesita para evitar la tentación y superar las pruebas y la adversidad; sin la oración, no podemos lograr el arrepentimiento, el perdón y el poder purificador de la Expiación.
Con el poder de la oración personal, todo es posible. La oración hace posible la revelación personal y los dones espirituales por medio del Espíritu Santo. Es el canal espiritual que está a disposición de todos los hijos de Dios, el cual nos proporciona acceso constante a nuestro Padre Eterno, a Su Hijo Amado y al Espíritu Santo.
- La oración es una evidencia poderosa y convincente de la realidad de Dios, el Eterno Padre.
- La oración personal es indispensable para entender a Dios y comprender nuestra identidad divina.
- A menudo las oraciones personales tienen lugar temprano por la mañana, cuando todavía no estamos del todo despiertos y alertas, o tarde por la noche, cuando estamos demasiado cansados para orar eficazmente.
La fatiga física, mental y emocional puede impedir que nuestras oraciones sean significativas. La oración es un trabajo espiritual al cual lo precede la preparación mental y espiritual. Si no nos tomamos el tiempo de humillarnos y considerar cuidadosamente que estamos por invocar a Dios, el Eterno Padre, en el nombre de Jesucristo, pasaremos por alto la verdadera esencia de este modelo divino que se ha establecido con el fin de bendecirnos.
Programen tiempo suficiente para comunicarle al Padre Celestial los deseos más profundos de su corazón con esmero y humildad. Inviten al Espíritu Santo para que los ayude a saber por qué cosas orar. El orar en voz alta me ayuda a dar un enfoque a mis oraciones y a escucharme a mí mismo para no perder la concentración.
Les sugiero que busquen un momento y un lugar donde puedan meditar detenidamente en su vida y sus necesidades. Reflexionen sobre su identidad divina y la relación que tienen con Dios. Esfuércense por imaginarse al Padre Celestial mientras se preparan para hablar con Él.
- Piensen en el Salvador, en cuyo nombre habrán de orar.
- El hacer estas cosas los ayudará a concentrarse y a prepararse para orar con un corazón humilde y agradecido.
- No podemos confiar en que contaremos con la influencia del Padre Celestial si no somos moralmente limpios.
- La pornografía, las transgresiones sexuales y el entretenimiento de cualquier tipo que se burle de la virtud o que promueva la inmoralidad pueden destruir nuestra confianza en la oración y evitar que recibamos impresiones espirituales.
Pero recuerden esto: Satanás será el único que les dirá que no pueden o no deben orar. El Espíritu Santo siempre nos insta a orar, incluso si estamos teniendo dificultades con la obediencia y la dignidad personal. La oración es indispensable en el proceso de la revelación.
Las preguntas inspiradas dan un mayor enfoque, propósito y significado a nuestras oraciones. Si desean recibir más revelación personal mediante sus oraciones, sería bueno que pensaran en las preguntas que hacen. Por lo general, la revelación llega en respuesta a una pregunta. El proceso de la revelación requiere que escudriñemos las Escrituras, que meditemos en ellas y que las apliquemos a nuestra vida; al hacerlo, el Espíritu Santo nos ayudará a formular preguntas inspiradas.
En repetidas ocasiones, el Salvador mandó: “siempre debéis orar al Padre en nombre ” (). Cuando oramos en el nombre de Jesucristo significa que “nuestros pensamientos son los pensamientos de Cristo y nuestros deseos también son los de Él Entonces pedimos cosas que Dios puede concedernos.
Muchas oraciones permanecen sin contestar porque no se ofrecen en el nombre de Cristo en absoluto; de ningún modo representan Sus pensamientos, sino que nacen del egoísmo del corazón del hombre” (Diccionario bíblico en inglés, “Prayer” ). Las oraciones que se ajustan a ese modelo representan la esperanza vana, no la fe.
La oración no es una negociación; es un proceso de concordancia. No tratamos de que Dios acepte nuestro punto de vista. La oración no tiene tanto que ver con cambiar nuestras circunstancias, sino más con producir un cambio en nosotros. Tiene como fin procurar conocer Su voluntad y pedir Su ayuda para hacer lo que debemos.
Cuando logramos que nuestra voluntad concuerde con la del Padre Celestial, las respuestas y la fortaleza espiritual vendrán a nosotros con mayor facilidad. El seguir este modelo nos permite orar con fe. Hace casi veinte años nació nuestro quinto hijo, Benjamin. Mi esposa sentía que algo no andaba bien con los ojos de Benjamin.
Consultamos a un amigo cercano que asistía a nuestro barrio y era especialista en retina; él confirmó nuestras preocupaciones: diagnosticó la condición de Benjamin como retinoblastoma, una forma extraña de cáncer del ojo. La noticia fue devastadora. Pocas semanas más tarde, Benjamin debía tener el primero de muchos tratamientos quirúrgicos.
Antes de la operación, nos reunimos con el cirujano y le dijimos que creíamos que él descubriría que el ojo de Benjamin podría curarse y no habría que extirpárselo. Nuestra familia entera y muchos miembros del barrio estaban ayunando y orando por nuestro hijo, y nosotros teníamos mucha fe en que Benjamin sería sanado.
Una hora después, el cirujano regresó y confirmó que una célula tumoral había destruido el ojo de Benjamin y que el otro ojo también tenía varios tumores graves que necesitaban tratamiento inmediato. Me quedé sin palabras. Completamente abrumado por el dolor y la incredulidad, salí del hospital a la húmeda ciudad de San Francisco y empecé a caminar, llorando amargamente.
- Había hecho todo lo que me habían enseñado a hacer.
- Habíamos orado y recibido la fuerte impresión de que debíamos elegir a ese médico.
- Habíamos ayunado y orado, y sentíamos la seguridad de que nuestro bebé sería sanado por medio de la fe y del poder del sacerdocio.
- Aun así, el Señor no había intervenido.
Parecía que nuestra fe no había sido más que vana esperanza. Empecé a cuestionar todo lo que siempre había creído. Mientras caminaba, me sentía traicionado y enojado; me sentía abrumado por el dolor. No me enorgullece la conversación que tuve con el Padre Celestial mientras caminaba y lloraba aquella mañana.
- Después de un tiempo, logré contener mis emociones.
- Recuerdo que acudieron a mi mente las palabras de una canción de la Primaria: “Padre Celestial, dime, ¿estás ahí? ¿Y escuchas siempre cada oración?”; pues evidentemente Tú no has escuchado las mías o quizá simplemente no te preocupas mucho por mí y por mi hijo.
(“Oración de un niño”, Canciones para los niños, pág.6.) En ese momento, recibí una tierna misericordia. En mi mente y mi corazón, sentí estas palabras: “Kevin, él también es Mi hijo”. La claridad de la impresión fue inconfundible. En esa ocasión, me di cuenta de que no había entendido el propósito de la oración en absoluto: había supuesto que el simple hecho de que mi causa fuera justa me permitía usar el sacerdocio, el ayuno y la oración para cambiar la voluntad de Dios.
- Por primera vez en mi vida, llegué a darme cuenta de que yo no era el que estaba al mando.
- Supe que debía someterme a la voluntad del Padre.
- No podía tener lo que deseaba en el momento y en la forma en que lo deseaba sólo porque estaba guardando los mandamientos.
- El propósito de la oración no era decirle al Padre Celestial qué tenía que hacer, sino descubrir qué deseaba Él que yo hiciera y aprendiera.
Debía alinear mi voluntad con la de Él. Nos esperaban otros seis años de graves dificultades mientras luchábamos contra la enfermedad de nuestro hijito para salvar su otro ojo y su vida. Pero a partir de aquel momento supe que el Padre Celestial se preocupaba por nosotros y estaba al mando.
Independientemente de cómo se resolviera todo al final, Él había escuchado y contestado mi oración. Hoy nuestro hijo milagro se encuentra prestando servicio como misionero de tiempo completo en España. Tengo pruebas irrefutables en mi vida de que Dios es nuestro amoroso Padre Celestial y que realmente escucha y contesta nuestras oraciones.
En la medida en que ustedes continúen aprendiendo y comprendiendo el divino principio de la oración personal, según lo enseñó el Salvador, la oración se convertirá en una fuente de gran fortaleza espiritual y revelación en su vida. : Cómo mejorar sus oraciones personales
¿Cómo hacer una última noche de un difunto?
La Última Noche : esta empieza el último día de la novena, con la construcción de un altar nuevo y solemne o el arreglo del que se ha usado en días anteriores y concluye con el ‘levantamiento de la tumba’, momento en el que se desbarata el altar, sellando así la partida del difunto.
¿Qué se le puede poner a un difunto?
Asimismo dentro del ataúd y en los costados del difunto se colocan algunos elementos simbólicos que supuestamente servirán al difunto en su viaje a la eternidad, estos elementos pueden ser: una porción de alimentos, agua en una botellita, monedas o un par de huevos para pagar alguna deuda incumplida en esta vida
¿Cómo pedir el don de la oración?
Utilizar el don supremo de la oración La oración es el don supremo que nuestro Padre Celestial ha dado a toda alma. Esta conferencia comenzó con la presentación intensamente emotiva del magnífico Coro del Tabernáculo Mormón entonando el clásico himno “Oh dulce, grata oración”.
Su letra familiar nos recuerda que la oración es la fuente de consuelo, alivio y protección que con tanta disposición nos ha concedido nuestro amoroso y compasivo Padre Celestial. La oración es el don supremo que nuestro Padre Celestial ha dado a toda alma. Piensa en ello: el absoluto Ser Supremo, el Personaje más omnisciente, el más omnipresente y el más poderoso nos alienta a ti y a mí, insignificantes como somos, a conversar con Él como nuestro Padre.
En realidad, en virtud de que sabe con cuánto apremio necesitamos Su guía, Él ordenó: “te mando que ores vocalmente así como en tu corazón; sí, ante el mundo como también en secreto; así en público como en privado” Sin importar cuáles sean nuestras circunstancias, ya sea que seamos humildes o arrogantes, pobres o ricos, libres o esclavos, eruditos o iletrados, amados o ignorados, todos podemos dirigirnos a Él.
- No tenemos que pedir turno.
- Nuestra súplica puede ser breve o durar todo el tiempo que se requiera.
- Puede ser una larga expresión de amor y de gratitud o un ruego apremiante para solicitar ayuda.
- Él ha creado universos incontables y los ha poblado con mundos.
- Aún así, tú y yo podemos hablar con Él personalmente, y Él siempre nos contestará.
Oramos a nuestro Padre Celestial en el sagrado nombre de Su Amado Hijo Jesucristo. La oración es más efectiva cuando nos esforzamos por ser puros y obedientes, tenemos motivos dignos y estamos dispuestos a hacer lo que Él pide. La oración sincera y humilde brinda dirección y paz.
No te preocupes si expresas con torpeza lo que sientes, sólo habla a tu compasivo y comprensivo Padre. Tú eres Su preciado hijo a quién Él ama plenamente y desea ayudar. A medida que ores, ten en cuenta que el Padre Celestial está cerca y te escucha. Para mejorar tu forma de orar, aprende a hacer las preguntas correctas.
En lugar de pedir lo que tú quieres, busca honradamente lo que Él desea para ti. Entonces, a medida que aprendas Su voluntad, ora para obtener la fortaleza para cumplirla. Si alguna vez te has sentido distanciado de nuestro Padre Celestial, las razones podrían ser muchas.
Sin importar la razón, a medida que sigas suplicando ayuda, Él te guiará para que hagas aquello que restaurará en ti la certeza de que está cerca. Ora aun cuando no tengas el deseo de hacerlo. En ocasiones, al igual que un niño, no te has comportado bien y piensas que no debes acercarte a tu Padre para plantearle un problema.
Ese es el momento en el cual tienes que orar más. Nunca pienses que eres indigno de orar. Me pregunto si alguna vez hemos comprendido realmente el poder inmenso de la oración hasta no habernos encontrado ante un problema abrumador y urgente, y habernos sentido incapaces de resolverlo.
- Entonces acudimos a nuestro Padre, reconociendo humildemente nuestra total dependencia en Él.
- En ese caso, es de gran ayuda buscar un lugar apartado, donde poder expresar nuestros sentimientos en voz alta por el tiempo necesario y tan intensamente como lo consideremos preciso.
- Yo lo he hecho.
- En una ocasión, tuve una experiencia que me causó una inmensa angustia.
No tenía nada que ver con la desobediencia ni con la trasgresión sino con una relación humana sumamente importante. Por algún tiempo, volqué mi corazón en apremiante oración; sin embargo, por más que trataba, no conseguía encontrar la solución ni tranquilizarme de esa emoción poderosa que me embargaba.
Rogué pidiéndole ayuda al Padre Eterno, a quien he llegado a conocer y en quien confío plenamente. No veía ningún camino que me proporcionara la calma, la cual es una bendición que por lo general disfruto. Me venció el sueño y, cuando desperté, me sentía totalmente tranquilo. Nuevamente me arrodillé en solemne oración y pregunté: “Señor, ¿qué pasó?”.
En mi corazón supe que la respuesta era Su amor y Su preocupación por mí. Ese es el poder de una sincera oración a un Padre compasivo. Al escuchar al presidente Hinckley elevar sus súplicas en nuestras reuniones, he aprendido mucho acerca de la oración.
- Tú también puedes aprender de él si estudias con detenimiento la excepcional oración pública que el presidente Hinckley ofreció al término de la conferencia de octubre de 2001, en beneficio de los hijos del Padre de todo el mundo.
- Él oró de corazón y no de un manuscrito preparado.
- Para tu beneficio, esa oración se encuentra al final de este mensaje.) Estudia esa oración y verás que no hay repeticiones vanas ni pomposidad para impresionar a los demás, como ocurre en ocasiones.
Él combina palabras sencillas con elocuencia; ora como un humilde y confiado hijo que conoce muy bien a su amado Padre Celestial. Él confía en la certeza de que Su respuesta llegará en el momento que más se necesita. Cada oración se adapta a sus propósitos, con una clara exposición de lo que se debe resolver, así como con una expresión plena de gratitud por las bendiciones específicas y reconocidas.
Sus oraciones espontáneas son como piedras preciosas cuidadosamente talladas, como un testimonio silencioso del lugar que la oración ha tenido en su vida por muchos, muchos años. Algunas verdades acerca de cómo se contestan las oraciones, podrían serte de ayuda. Muchas veces cuando oramos pidiendo ayuda acerca de un problema importante, el Padre Celestial nos inspirará apaciblemente para que pensemos, ejerzamos nuestra fe, nos esforcemos, luchemos y finalmente actuemos.
Es un proceso que se realiza paso a paso y que nos permite discernir las respuestas inspiradas. He descubierto que en ocasiones lo que aparenta ser una barrera impenetrable de comunicación, es un paso gigantesco que se debe tomar con confianza. Muy pocas veces recibirás de inmediato una respuesta completa; sino que la recibirás por partes, de a poco, para que de esa forma progreses en aptitud.
A medida que sigas cada parte con fe, se te guiará a otras partes hasta obtener toda la respuesta. Ese modelo requiere que ejerzas fe en la capacidad que Él tiene para contestar. Aun cuando en ocasiones ello sea muy difícil, aumentará significativamente tu progreso personal. Él siempre oirá tus oraciones e invariablemente las contestará; sin embargo, muy raramente recibirás Sus respuestas mientras aún te encuentras de rodillas, ni siquiera cuando ruegues para tener una respuesta inmediata; sino que recibirás inspiración en momentos de silencio en que el Espíritu pueda llegar más efectivamente a tu mente y a tu corazón.
Por consiguiente, debes encontrar momentos de tranquilidad con el fin de darte cuenta cuándo se te está instruyendo y fortaleciendo. Su modelo te ayudará a progresar. El presidente David O. McKay testificó: “Es verdad que las respuestas a nuestras oraciones no siempre pueden venir directamente ni en el momento ni de la manera en que esperábamos; pero vienen, y en un momento y de una manera más conveniente para los intereses del que ha ofrecido las súplicas”.
- Agradece que en ocasiones Dios permita que te esfuerces por largo tiempo antes de recibir la contestación.
- Tu carácter se perfeccionará; tu fe aumentará.
- Existe una relación entre estas dos: cuanto más grande sea tu fe, más firme será tu carácter y, un carácter más firme te permitirá ejercer una fe aún más grande.
A veces, el Señor te dará una respuesta antes de que tú la solicites. Eso puede tener lugar cuando no estás consciente de un peligro o estás haciendo lo incorrecto, pensando erróneamente que es lo correcto. Es tan difícil cuando no se contesta de la manera que deseas una oración sincera que has ofrecido sobre algo que deseas mucho.
- No es fácil comprender por qué el ejercicio de la fe profunda y sincera de una vida obediente no otorga el resultado deseado.
- El Salvador enseñó: “cualquier cosa que le pidáis al Padre en mi nombre os será dada, si es para vuestro bien “.
- A veces es difícil darse cuenta que, a la larga, es para tu bien,
Tú vida será más fácil si aceptas que lo que Dios te da en la vida es para tu bien eterno. Se te ha pedido que busques una respuesta a tus oraciones. Obedece el consejo del Maestro de “estudiarlo en tu mente”. Muchas veces pensarás en una solución, y al buscar la confirmación de que tu respuesta es correcta, recibirás ayuda.
- Podría ser por medio de tus oraciones o como una impresión del Espíritu Santo, y en ocasiones, mediante la intervención de los demás.
- Esta guía que se le dio a Oliver Cowdery acerca de la oración, también te servirá de ayuda: “He aquí has supuesto que yo te lo concedería cuando no pensaste sino en pedirme ” debes estudiarlo en tu mente; entonces preguntarme si está bien; y si así fuere, haré que tu pecho arda por tanto, sentirás que está bien”.
Recibirás entonces la respuesta como un sentimiento acompañado de una convicción. El Salvador define dos maneras separadas: “hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo”. Las respuestas a la mente y al corazón son mensajes del Espíritu Santo a nuestro espíritu.
- Para mí, la respuesta que se recibe en la mente es bien específica, como palabras que se dictan, mientras que la respuesta que se recibe en el corazón es por lo general como un sentimiento, por ejemplo, de que se debe seguir orando.
- Después el Señor aclaró: “Mas no estuviere bien te sobrevendrá un estupor de pensamiento”.
Para mí, eso es un sentimiento inquietante y de desasosiego. A Oliver Cowdery se le enseñó otro modo de recibir respuestas positivas: “¿No hablé paz a tu mente en cuanto al asunto?”. El sentimiento de paz es el modo de ratificación más común que yo he experimentado.
Cuando he estado preocupado acerca de algo muy importante, luchando sin éxito por resolverlo, he seguido esforzándome con fe; y entonces una gran paz me ha invadido, disipando mi preocupación, tal como Él lo ha prometido. Algunas malas interpretaciones acerca de la oración se pueden aclarar al comprender que las Escrituras definen los principios de una oración eficaz; sin embargo, ellas no aseguran cuándo se va a recibir la respuesta.
De hecho, Él responderá de una de estas tres maneras. Primero: sentirás la paz, el consuelo y la seguridad que confirma que tu decisión es correcta. O segundo: sentirás un sentimiento de inquietud, de estupor de pensamiento que indica que lo que has escogido no es lo correcto.
O tercero —y ésta es la más difícil— no sentirás ninguna respuesta. ¿Qué puedes hacer cuando te has preparado cuidadosamente, has orado con fervor y has esperado un tiempo razonable para recibir una respuesta, y sigues sin sentirla? Cuando vives dignamente y lo que has elegido está de acuerdo con las enseñanzas del Salvador y necesitas actuar, sigue adelante con confianza.
Si eres receptivo a los susurros del Espíritu, con seguridad, sucederá en el momento apropiado una de dos cosas: o recibirás el estupor de pensamiento que te indicará que lo que has escogido no es correcto, o sentirás paz o que tu pecho arde confirmándote que tu elección ha sido correcta.
Cuando tú vives con rectitud y actúas con confianza, Dios no permitirá que sigas adelante por mucho tiempo sin hacerte sentir la impresión de que has hecho una mala decisión. Un aspecto importante de la oración es la gratitud. Jesús dijo: “Y en nada ofende el hombre a Dios sino contra aquellos que no confiesan su mano en todas las cosas y no obedecen sus mandamientos”.
Cuando consideramos el don incomparable de la oración y las bendiciones ilimitadas que provienen de él, llena nuestra mente y nuestro corazón un agradecimiento sincero que rebosa en acción de gracias. Por consiguiente, y siempre que nos sea posible, ¿no deberíamos expresar, en forma continua y profunda, a nuestro amado Padre Celestial nuestra infinita gratitud por el don supremo de la oración y por Sus respuestas que satisfacen nuestras necesidades y al mismo tiempo nos hacen progresar? Testifico que nuestro Padre contestará siempre tus oraciones de la manera y en el momento que sea mejor para tu bienestar eterno.
D. y C.19:28. “Oh Dios, nuestro Padre Eterno, Tú, gran Juez de las naciones, Tú, que eres el gobernador del universo, Tú, que eres nuestro Padre y nuestro Dios, cuyos hijos somos, acudimos a Ti con fe en esta aciaga y solemne ocasión. Por favor, amado Padre, bendícenos con fe, bendícenos con amor, bendícenos con caridad en nuestros corazones. Bendícenos con el espíritu de perseverancia a fin de arrancar de raíz las maldades atroces que hay en este mundo. Brinda protección y guía a los que participan activamente en la batalla. Bendícelos; protégeles la vida; guárdalos del mal y de la maldad. Oye las oraciones de sus seres queridos por su seguridad. Rogamos por las grandes democracias de la tierra, las cuales Tú has amparado en la creación de sus gobiernos, donde imperan la paz, la libertad y los procedimientos democráticos. Conference Report, abril de 1969; véase también Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: David O. McKay, pág.80. D. y C.88:64, cursiva agregada. Véanse también los versículos 63 y 65. Véase D. y C.6:23, 36; D. y C.8:2–3, 10; D. y C.9:9. D. y C.9:8. Véase Spencer W. Kimball, The Teachings of Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball, 1982, pág.252. D. y C.9:7–8, cursiva agregada. D. y C.8:2–3, cursiva agregada. Véase Enós 1:3–5, 9–10. D. y C.9:9. D. y C.6:23; cursiva agregada. D. y C.59:21; cursiva agregada.
: Utilizar el don supremo de la oración
¿Cómo pedir ayuda en oración?
Oración de seguridad durante tiempos difíciles Durante estos tiempos difíciles les invitamos a reflexionar sobre esta oración. Compártala con sus amigos/as y familiares por los medios sociales, en su sitio web o durante su culto en línea. «Alzare mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi Socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra».
- Tú, oh Creador, eres nuestro socorro; en tiempos de oscuridad, eres el sol que alumbra nuestro camino; en esos momentos de sed espiritual que debilitan nuestro espíritu,
- tu vienes a nosotros cual lluvia refrescante y vivificadora, y renuevas nuestro espíritu marchito.
Si Dios es con nosotros, ¿Quién contra nosotros? ¿De quién temeremos si tu estas entre nosotros? Tu mirada está siempre sobre nosotros y conoces nuestras luchas y agonías antes que nosotros las experimentemos. ¡Y te compadeces de tu pueblo! Enséñanos como ser discípulos y discípulas fieles y a confiar plenamente en ti.
- En el nombre de Jesucristo quien creció en gracia y sabiduría delante de ti.
- Amén.
- Oración de Fiesta Cristiana: Recursos para la adoración/ Resources for Worship, 2003 Fotos: Unsplash.com
- Música: Universal Production Music
: Oración de seguridad durante tiempos difíciles
¿Cómo hay que pedir una oración?
¿Cómo debemos orar? – No importa dónde estemos, ya sea que estemos de pie o arrodillados; ya sea que oremos verbalmente o en silencio, en forma individual o a favor de un grupo, debemos siempre hacerlo con fe, “con un corazón sincero, con verdadera intención” ( Moroni 10:4 ).
- Al orar a nuestro Padre Celestial, debemos decirle lo que realmente sentimos en el corazón, confiar en Él, pedirle perdón, suplicarle, agradecerle y expresarle nuestro amor.
- No debemos repetir palabras ni frases sin sentido (véase Mateo 6:7–8 ).
- Siempre debemos pedir que se haga Su voluntad, recordando que a veces lo que deseamos no es lo mejor para nosotros (véase 3 Nefi 18:20 ).
Al terminar la oración, debemos hacerlo en el nombre de Jesucristo (véase 3 Nefi 18:19 ).
¿Qué es lo más fundamental de la oración?
La oración es el conjunto de palabras ordenadas de manera que tengan sentido completo. La oración está formada por un sujeto y un predicado :
El sujeto es la palabra o el grupo de palabras de las que se dice algo.El predicado es la palabra o el grupo de palabras que expresan lo que se dice del sujeto.
La palabra más importante del sujeto y el predicado es el núcleo,
En el sujeto el núcleo es un nombre o un pronombre : El jugador está lesionado. Ella cocinó el bizcocho.En el predicado el núcleo es el verbo : Carolina escribió el cuento.
¿Dónde 2 o 3 se unen a orar?
Mateo 18:20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. ‘Porque donde están dos o tres reunidos en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.’
¿Qué es la oración Cuál es la oración por excelencia?
Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que muchas almas se van al infierno por no haber quién se sacrifique y pida por ellas. |
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Nº 255 / Marzo de 2023 Oh Virgen de la Guardia Guarda nuestra fe y la inocencia de los nios Nuestra Seora de la Buena Guardia, Baslica de Longpont-sur-Orge, en la regin le-de-France Solicite aqu la visita de la Virgen Peregrina de Ftima 13 de abril
¿Qué es la oración principal?
¿Qué es una oración principal? – Una oración principal es aquella que presenta la idea fundamental en el enunciado y contiene el verbo conjugado que rige a todos los demás. Una oración principal puede ser simple o incluir dentro de ella misma otras oraciones dependientes o subordinadas, Para entender qué es una oración simple, conviene comprender antes qué es una oración,
¿Como debe ser la oración de los cristianos?
¿Cómo debemos orar? – No importa dónde estemos, ya sea que estemos de pie o arrodillados; ya sea que oremos verbalmente o en silencio, en forma individual o a favor de un grupo, debemos siempre hacerlo con fe, “con un corazón sincero, con verdadera intención” ( Moroni 10:4 ).
- Al orar a nuestro Padre Celestial, debemos decirle lo que realmente sentimos en el corazón, confiar en Él, pedirle perdón, suplicarle, agradecerle y expresarle nuestro amor.
- No debemos repetir palabras ni frases sin sentido (véase Mateo 6:7–8 ).
- Siempre debemos pedir que se haga Su voluntad, recordando que a veces lo que deseamos no es lo mejor para nosotros (véase 3 Nefi 18:20 ).
Al terminar la oración, debemos hacerlo en el nombre de Jesucristo (véase 3 Nefi 18:19 ).